Nunca estuve del todo preparada para aceptar que ya te fuiste,
nunca supe pronunciar ese último adiós sin desgarrarme la voz,
al igual que tampoco soy capaz, ahora, de vivir sin tu luz.
Aún no sé cómo despegarme de tus brazos
justamente porque se convirtieron en mi mejor búnker,
durante mis peores guerras.
Tú, esa persona brújula que me vio crecer
y que yo, sin embargo,
solo pude, poco a poco,
verte desfallecer.
¿Alguien sabe adónde se va el amor que guardas para alguien,
a sabiendas de que ya nunca más se lo podrás volver a dar?