Como cuando ves una película de terror y sabes que te vas a asustar, pero, sin embargo, llegado el momento no puedes evitar asustarte.
Como cuando te subes a esa atracción que sabes de antemano que te sacudirá hasta los huesos, pero prefieres vivir el miedo a perder la oportunidad de sentir la adrenalina en cada poro de tu piel.
Al igual que cuando sabes que te puede doler y suicida, decides situarte en el blanco, entregarte a tu suerte, ofrecerle tu alma al diablo.
Y sí,
lo sabías perfectamente, pero te asustaste.
Y sí,
lo sabías perfectamente, pero te subiste.
Y sí,
lo sabías y efectivamente te acabó doliendo.
Y así es como de una forma sencilla y sintetizada podríamos resumir al amor. Aquel que sabes por adelantado que puede perforarte el pecho en mil pedazos, pero aun y así decides regalar el arma, ofrecer la llave, desvelar el código.